Ayer me encontré con una paciente cuyo principal problema era el estreñimiento desde la adolescencia temprana. Sólo la traté una vez o dos con shiatsu y el tema se resolvió, cuando entendió que el problema de fondo era un problema de arraigo, de territorio. Había perdido su territorio varias veces. A los 13 perdió la casa con su familia, por una crisis financiera. Luego en su edad adulta, varias veces había perdido su casa y sus logros, teniendo que dejarlo todo atrás y empezar de nuevo por divorcios, pérdidas, mudanzas de ciudad, etc. Ahora, a pesar que vivía en su casa propia, se sentía desconectada del lugar, como “viviendo en casa ajena”.
Hoy a los 40, llevaba 27 años de padecer un síntoma físico y finalmente encontró el porqué. A pesar de viajes y nuevos cambios en su vida, nunca más tuvo que sufrir dolores, hacer dietas especiales, o sentirse intoxicada por no poder eliminar adecuadamente. Le cambió el aspecto y algunos rasgos de su personalidad, al poder finalmente soltar lo que no necesitaba.
Si uno no se siente seguro en su territorio, es difícil soltar y relajarse. Si el piso donde estamos apoyados es inestable, quedamos en estado de alerta continua, prontos para salir huyendo al primer signo de conflicto. De esa forma nunca podemos estar presentes del todo, siempre mirando hacia otro lugar hacia donde saltaremos cuando empiece el terremoto, o se empiece a hundir el barco. De esa forma estamos con un pie aquí y otro allí. Divididos, semi ausentes en cualquiera de los dos lugares. Así es que no ocupamos nuestro lugar, empezamos a no ser claros con los límites (¿estoy o no estoy?) y dejamos que otras personas o actividades se adueñen de nuestro espacio vital, donde quedamos como de invitados, en vez de “dueños de casa”. Nuestra casa es nuestro cuerpo también; empezamos a no sentir lo que nos pasa, la mirada se pierde un poco y la mente viaja a cualquier lado que no sea acá y ahora. Se dice que quien calla otorga, pero el que está ausente otorga más aún.
La resolución de este cuadro, la he visto centenares de veces con pacientes que a través del shiatsu y la alineación energética de su cuerpo, comienzan a darse cuenta de estos patrones y los van cambiando. A veces, con sólo entenderlo, en minutos se desarman patrones que han durado una vida, o que se han pasado de generación en generación (sobre todo de mujeres).
El arraigo, poder “plantarse”, echar raíces en el territorio es el antídoto para muchas cosas, pero para el estreñimiento, veo día a día que es una gran parte de la solución.-
Prueba una sesión individual de armonización energética