El Autoinsulto
¿Qué palabra usas para insultarte cuando se te cae un objeto de la mano, derramas tu vaso, le pegas mal a la pelota, o cometes cualquier tipo de error? ¡inútil!, burro!, tonta! ¿o peor?
Al igual que el “yo no puedo”, “no me merezco”, “no llego”, etc., el mecanismo mental del autoinsulto, parece inofensivo pero tiene consecuencias profundas. El clima negativo que nos creamos gratuitamente cada día, es perverso por lo imperceptible que es para quien se acostumbra y no se da cuenta de lo que hace. Afortunadamente, desactivarlo es posible con un método sencillo que puede destrabar y mejorar aspectos de tu vida rápidamente.
Ser impecable con la palabra empieza por dejar de insultarse y dejar de insultar a los demás. Cuando uno no se respeta, no respeta a los demás y esto es contagioso. Por más que uno eduque a sus hijos a no insultarse, es usual que repitan lo que ven en TV, o se dicen sus amigos a sí mismos y a los demás, en términos desvalorizadores. Parece inocuo, pero no lo es.
¿Cuál es tu insulto preferido?
Uno piensa que es uno mismo el que se insulta, pero nadie nace con un insulto a mano, hecho a la medida. No es una capacidad biológica innata. En realidad, ningún niño se insulta a si mismo naturalmente. Es un comportamiento aprendido, parte de una costumbre social que adquirimos a base de escuchar a otros que nos hablan de esa forma. Ese insulto que escuchamos tantas veces referido a nosotros, de alguna manera queda pegado a nuestro inconsciente y lo asimilamos al punto que dejamos de reconocerlo como ajeno. Las palabras insultantes que usas hacia tí y hacia otros, definen la forma de tus sombras interiores y cualquiera que preste atención, sabría dónde están tus cicatrices emocionales.
Ejercicio para dejar de insultarnos
1- Darte cuenta en el momento que te estas insultando. Escucharte y reconocer que en efecto es lo que estas haciendo.
2- Identificar de dónde viene el insulto.
En nuestra imaginación, nos giramos hacia el punto desde donde sentimos que viene el insulto, (puede ser atras, arriba, a la derecha, izquierda, etc.):
¿Ves a alguien allí? ¿a quién te recuerda la voz, la entonación, la manera de decir esa palabra, el ritmo, la cadencia? Identifica en qué oportunidades te lo dices- ¿a quién las asocias?
La elección de la palabra en sí, aporta datos sobre el origen del insulto. Si buscas en tu memoria, vas a encontrar a alguien de quien la aprendiste. ¿De quién escuchaste esa palabra por primera vez, o quién la decía a menudo? Lo más probable es que sea alguien cercano a ti, que tiene o tenía una influencia por su posición de autoridad sobre ti (padres, abuelos, maestros, jefes, amigos, etc.).
3- Devolver el insulto a quien le pertenece.
Puede que tengamos admiración por esa persona e incluso respetemos el juicio que emitió sobre nosotros en un momento del pasado. A pesar de la distancia en años y circunstancias de entonces, a veces tomamos el insulto y lo continuamos nosotros mismos como si fuera la primera vez que lo escuchamos. Esto es de alguna manera una forma de lealtad hacia esa persona, manteniéndolo vivo cada vez que lo traemos al presente. El problema es que renovamos la desvalorización hacia nosotros también.
Una vez que identificamos quien es la fuente original del insulto, podemos hacer un acto psicomágico para devolverlo a quien lo originó, con respeto y sin juzgar.
Cada uno debe hacerlo en sus propias palabras, pero este es un ejemplo:
-Papá/ Mamá/ Abuelo, etc., (o nombre de la persona que identificaste) te agradezco que hayas tratado de ayudarme, pero con respeto y amor te devuelvo el tener que llamarme de esta manera. Esto no es mío, es tuyo. Así que te lo devuelvo y me libero de tener que llamarme así. Yo no me insulto.-
Es importante agradecer, con respeto, porque a pesar de lo bizarro que puede sonar, cuando un ser querido nos insulta, piensa que de alguna manera lo hace por nuestro bien.
Este proceso de devolución hay que hacerlo no sólo con el autoinsulto, sino con todas las personas a las que nosotros acostumbramos a que nos insultaran. Pero es difícil pedirle a otro que no nos insulte, si no somos nosotros primero impecables de palabra con nosotros mismos.
En cuestión de muy pocos días, este proceso de depuración tiene efectos profundos en la autoestima individual, en la imagen que tienen los demás de nosotros y cambia el cómo se posiciona uno en los grupos y especialmente en la familia. Salir del lugar del tonto, burro, vago, etc., hace que el lugar de quien inició el insulto, también tenga que cambiar. Liberamos al otro, al mismo tiempo que nos damos permiso de hacernos plenos y cortamos la cadena que forzosamente terminarían cargando nuestros hijos.-